¿Alcalde y Gobierno tienen el mismo discurso de paz?

Referirnos a la Bogotá rural sin mencionar los conflictos de tipo territorial, social y medioambiental que la atraviesan implicaría hacer un análisis bastante incompleto y poco contextualizado. Por eso, se hace necesario entender que la biodiversidad, la defensa del territorio y la movilización de los pueblos son características constantes que se registran en la realidad de esta otra cara de la capital. El polémico caso del proyecto de construcción Fontanar en La Conejera, localidad de Suba, es un claro ejemplo de esto. Ya son casi dos meses en un largo proceso en el que los intereses económicos de la Constructora Praga Servicios Inmobiliarios, se oponen a los derechos de la comunidad y del medioambiente. Y es que, si bien esta vez el Tribunal Superior de Cundinamarca falló a favor de los defensores de unos de los humedales que más flora y fauna alberga, suspendiendo temporalmente la licencia de construcción en dicho lugar, aún quedan dudas frente a lo justa y objetiva que puede llegar a ser la legislación y la intervención de los organismos estatales de cara a estas situaciones.

Ahora bien. Es de suma importancia mencionar aquí el contraste brusco entre las iniciativas de inclusión social y promoción cultural por parte de la administración distrital (por medio de las alcaldías locales),  y las acciones violentas por parte del gobierno nacional en las zonas rurales de Bogotá. Esto nos lleva a cuestionarnos, ¿hay dos discursos de paz diferentes?
La ciudad se encuentra en un momento en el que constantemente se están generando propuestas y acciones para la paz. Sin embargo, éstas se han visto ya en varias ocasiones amenazadas por el accionar de instituciones que obedecen a órdenes directas del gobierno de turno.

La cuestión es: mientras en la localidad de Ciudad Bolívar se entrega una pista de skate para la recreación, el deporte y el esparcimiento de niños y jóvenes; mientras la veeduría ciudadana en conjunto con las autoridades le ponen freno a la deforestación en los cerros orientales; mientras avanzan los programas de vivienda subsidiada en Suba; mientras la vida persiste en medio de la contaminación del río Bogotá; y mientras se resuelven los casos que se encontraban en impunidad, como el de los afectados por el derrumbe del basurero de Doña Juana (1997), ocurre el lamentable hecho de la muerte del joven Edwin Steven Gamba Rojas a causa del ataque militar perpetrado por el Ejército Nacional, en la localidad de Sumapaz. En esta zona, la movilización y la organización social del campesinado por la soberanía tanto del territorio como alimentaria, son quizá las principales causas del conflicto del que resultan  acontecimientos como el anteriormente mencionado. Respecto a lo anterior, es importante dejar claro que no se trata de identificar buenos y malos; lo que se pretende aquí es poner en debate el discurso mediático de la paz y la situación de fuego cruzado en la que se encuentra la ciudad.

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