Nuestra Bogotá Rural


Resulta bastante irónico que con una extensión de 163,661 hectáreas, y representando el 76,5% de la totalidad del distrito capital (Secretaria Distrital de Ambiente), la Bogotá rural pareciera ser un territorio ajeno a la Bogotá en creciente y acelerada urbanización. Las localidades que representan los suelos rurales de Bogotá, son territorios que infortunadamente se han organizado alrededor del modelo centro-periferia, distribución que se traduce en marginalización, invisibilización y exclusión.
Ciertamente, la dinámica de la ciudad no se podría entender sin las áreas rurales que la componen, pero aun así se encuentran en una crítica situación por las diferentes problemáticas que las interpelan. Para ir entendiendo la magnitud del problema, podemos citar aquí algunos casos (los más sobresalientes y de coyuntura) en los que la vida en todas sus expresiones se ha convertido en el blanco de diferentes conflictos. En primer lugar encontramos el páramo de Sumapaz, el más grande del mundo y arteria fluvial fundamental no sólo para Bogotá, sino para toda Colombia. Este ecosistema que alberga tanta vida, está en riesgo a causa de la concesión por parte del gobierno de 7 contratos para explorar y extraer recursos mineros; de la agricultura y la ganadería extensiva, la tala de freilejones y la contaminación de las aguas. Además, dentro de la dinámica del conflicto armado, se suman la persecución y hostigamiento a líderes campesinos de la zona que defienden este territorio legítimamente campesino y rural.
En segundo lugar encontramos a Ciudad Bolívar, atravesada también por el conflicto armado, sumida en el terror por la incursión en la zona de grupos armados. Además, esta localidad se ve profundamente afectada por la minería a cielo abierto, principalmente para la extracción de material que hacen las ladrilleras y demás industrias para el sector de la construcción. Y porsupuesto no podemos dejar pasar las consecuencias que han dejado los rellenos sanitarios, los cuales han causado innumerables enfermedades y condiciones de vida indignantes a los pobladores de la localidad.
Al igual que los dos casos anteriormente citados, las localidades de Usme, San Cristóbal, Santa Fe, Chapinero, Usaquén y Suba presentan problemáticas relativas a la territorialidad y las amenazas ambientales. Por ejemplo, el río Tunjuelo en la localidad de Usme, también es un punto de referencia para hablar del conjunto de problemáticas que padece la ruralidad de la ciudad; o las consecuencias que han dejado las diferentes actividades humanas en el páramo de Chingaza, en donde además se hace evidente la ausencia  estatal por la falta de políticas públicas para la protección de las fuentes hídricas y zonas de reserva forestal. Encontramos características comunes con respecto a Sumapaz y Ciudad Bolívar; es una constante la responsabilidad minera por desastres medioambientales como la contaminación de ríos y la destrucción de paisajes y ecosistemas; es también una constante la violencia impartida en los territorios por parte de actores armados del conflicto armado interno, así como también lo es la falta de planeación territorial que día a día aqueja a los habitantes de las localidades.
Esto nos lleva a entender que las diferentes problemáticas que a la ruralidad capitalina se refieren, no pueden ser analizadas como situaciones sin ninguna relación entre sí, porque lo que sucede es que los diferentes medios por los cuales accedemos a la información nos tienen malacostumbrados/as a entender los hechos limitadamente; tendemos a separar lo medio ambiental de lo social y hasta de lo económico, lo que nos impide ir más allá de los hechos noticiosos. Por eso, es importante mencionar que a aquellas relaciones existentes entre los elementos identificados en cada una de las coyunturas -territorio, disputa o fuerzas en pugna, y medio ambiente- las podemos denominar o bautizar como conflictos de carácter socio-natural, para un estudio más completo y articulado.
Para terminar, es importante definir aquí el objetivo y la intención de este repaso coyuntural. Con frecuencia creemos estar lejos de problemáticas como el conflicto armado, la grave situación en la que se encuentra el agro colombiano, o los problemas propios del medio ambiente y los recursos naturales. Basta con visitar lugares turísticos como Monserrate o admirar el paisaje de las vías que frecuentamos cuando vamos saliendo de la ciudad para darnos cuenta del carácter y la naturaleza profundamente campesina que guarda Bogotá. Ya que se hace tan complejo el tema de la participación ciudadana en políticas públicas, -por posicionarnos como una “democracia” REPRESENTATIVA y no una PARTICIPATIVA- se hace necesario y urgente el darle un exhaustivo y buen tratamiento a los problemas que afectan a esa Bogotá de la que tanto nos hemos olvidado, y por supuesto, poner en conocimiento de todos y todas aquellos acontecimientos que no circulan casi nunca, o nunca, por los medios de comunicación masiva.

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